Un 25 de junio, hace 170 años, nació en Barcelona Antoni Gaudí. El gran arquitecto es reconocido como el máximo representante del modernismo catalán y su estilo es famoso en todo el mundo. Fue el creador de la inacabada Sagrada Familia, una basílica que lleva 140 años en construcción —sí, lleva: aún no se completa.
Gaudí nació en la Provincia de Tarragona, Cataluña, en 1852. Durante su infancia pasó mucho tiempo en zonas rurales. Se acercó a la geología, la flora y la fauna de la región. Este periodo tuvo una gran influencia en el desarrollo de su obra y sus ideas.
Gaudí era el menor de cuatro hermanos en una familia de modestos recursos. Su padre era calderero, es decir moldeaba planchas de cobre para crear recipientes. Desde pequeño, el futuro arquitecto estuvo cerca de la construcción y el manejo de sus materiales.
En la escuela, Gaudí se interesó por el dibujo y la aritmética. Tenía un sentido innato de la geometría y el volumen; admiraba como la simpleza podía generar complejidad. “La originalidad consiste en el retorno al origen; así pues, original es aquello que vuelve a la simplicidad de las primeras soluciones”, dijo alguna vez el gran maestro catalán.
Gaudí estudió arquitectura en Barcelona y trabajó como ayudante de notables arquitectos de la época. Se familiarizó con el tratamiento de materiales como la madera, la cerámica, el vidrio y la piedra en talleres de artesanos. A los 26 años recibió su título y empezó con una carrera profesional que duró el resto de su vida.
La Cataluña de finales del siglo XIX estuvo marcada por movimientos sociales y políticos reformistas que encontraron su expresión artística en el Modernismo. Esta corriente se oponía a tendencias conservadoras e intentaba cambiar la sociedad a partir del arte. Gaudí participó de la efervescencia que lo rodeaba y colaboró con muchos creadores catalanes.
Aunque hoy Antoni Gaudí es un nombre incuestionable en su disciplina, durante su tiempo tuvo que enfrentar la incomprensión. Muchos de sus contemporáneos pensaban que sus formas eran arbitrarias y sus propuestas un derroche.
Su originalidad tomó algún tiempo en ser reconocida. En el siglo XX, personalidades como Salvador Dalí, Le Corbusier y Josep-Lluís Sert se declararon admiradores de su obra. Después, muchos estudiosos empezaron a visitar Barcelona solo para admirar la arquitectura de Gaudí.
La basílica de la Sagrada Familia empezó a proyectarse en 1882, hoy sigue en construcción. Su impresionante diseño consta de elevadas torres circulares que van sobresaliendo y estrechándose con la altura.
Aunque aún no está terminada, la obra recibe a cientos de miles de visitantes al año.
La Pedrera, como también se conoce a este edificio, está en el centro de Barcelona. Se construyó en 1912 como un conjunto de viviendas interconectadas por un patio central.
Su fachada ondulada y sus acabados surrealistas hacen que Casa Milà parezca un organismo vivo hecho de piedra.
La influencia de la naturaleza en la obra de Gaudí resalta en Casa Batlló, construida entre 1904 y 1906. Es imposible ignorar esta construcción inspirada por el océano y sus criaturas.
Su fachada tiene colores e imágenes que llaman la atención desde cualquier ángulo y demuestran que la arquitectura también puede ser poesía.