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Antonio Arias: El pintor ecuatoriano que captura la esencia del pueblo y la naturaleza

Escrito por Uribe Schwarzkopf | 09 enero 2025

El sonido de las hojas roza el viento, la calle empedrada sostiene las pisadas, el canto fino de unas aves envuelven con magia un camino que acaba de abrirse para recibirnos con el impacto del olor a eucalipto y madera, a lienzo y acrílico, a óleos y acuarelas, a pinceles y  rasgos, a miradas y colores que penetran para descubrirnos desnudos ante la potencia de una obra que jamás descansa, y que hoy, habla por sí sola de la maestría de su creador. Estamos frente al gran Maestro, Antonio Arias (Quito, 1944).

Desde los cinco años, Antonio Arias dejó plasmados sus primeros rasgos sobre pequeños pedazos de papel para envolver tabaco que le regalaba su abuelo; a partir de ahí no ha parado y no pretende hacerlo nunca. Un hombre que rodea con sus brazos transparentes, que acaricia con su mirada sincera y que nos sumerge en su universo, donde se transpira arte, donde las historias se cuentan desde cientos de lienzos que nos  revelan los detalles que lo inspiran, que lo sacuden y que lo indignan, porque para Antonio la mejor manera de gritar es a través de su pincel, uno con una trayectoria impecable que deja huellas imborrables en el arte de nuestro país y fuera de sus fronteras.

Hoy, junto a su esposa Cumandá Marroquín de Arias, con quien lleva casado cincuenta años y tienen tres hijos y cuatro nietos, recorren de la mano los episodios de una vida plena, donde la pintura es protagonista y ellos son quienes la sostienen con orgullo. Su trabajo desborda y traduce esa personalidad tan franca que refugia a un hombre a quien es un honor mirarlo a los ojos y así transitar por los recovecos que su memoria nos regala.

Canadá es el próximo destino de su nueva exposición, una que prepara para el 2025 y que sin duda recogerá aquellas obras que nos dejan absortos por horas, pues el detalle y su técnica única que desvela una textura virtual alucinante, donde se acaricia la piel a través de los dedos y produce un brillo en cada mirada, para permitir una interacción sorprendente y una comunión constante entre el artista y el espectador. Su técnica es justo lo que lo convirtió en el año 2012, en el ganador en la muestra de Belgrado -Serbia- con una de sus obras más relevantes que reposa en el museo de esa ciudad: “Magnetismo vegetal”. En Guayaquil, también se expone permanentemente una de las pinturas que más satisfacción le da recordar al artista: “Nuestra fe, nuestra cultura, nuestro pan”, un mural impresionante, compuesto por cinco módulos. Así también el Maestro recuerda su obra que se muestra en el Museo Phillips en Estados Unidos y varias exposiciones que realizó a lo largo de su carrera en diversas ciudades del país y del mundo, y desde luego en Quito, en la Casa de la Cultura Ecuatoriana (CCE) -su primer vínculo de formación en arte fue el Instituto de Artes y Manualidades de la CCE, con profesores como José Enrique Guerrero y Diógenes Paredes-, donde recibió un reconocimiento más dentro de su carrera, y un gran homenaje, como uno de los diez mejores artistas nacionales, uno de los más destacados.



Su estilo es inconfundible y navega entre el realismo mágico barroco, el expresionismo personal y el expresionismo abstracto. En cada trazo del Maestro se descubre el resultado de su sensibilidad frente a imágenes que para otros, pasan desapercibidas. Su preparación demuestra esa disciplina, esa paz, la seriedad y experiencia de años ante el oficio, en el que su proceso creativo explota con potencia, dejando colores, rostros y formas que rompen e hipnotizan.

Mientras conversamos en su taller de arte, donde da clases a sus alumnos de varios años, el Maestro nos revela su admiración hacia referentes artísticos como Francisco de Goya, Oswaldo Viteri, Eduardo Kingman, pero sobre todo se descubre en la fascinación que siente por la naturaleza, las plantas, los animales -el perro-, la cultura -fiestas populares- y la cotidianidad de nuestra gente y sus tradiciones. La realidad y “el medio en que vivimos”, también influye en su arte, pero él la digiere con una habilidad que demuestra indignación e inteligencia con un mensaje que trasciende, desde que lo nombra a partir del título.

Y así, luego de más de cincuenta años de trabajo, desde su primera exposición en 1972, el Maestro Antonio Arias, navega a través de la pintura como una expresión que se mantiene y donde todo es susceptible a quedar atrapado en el tiempo, y vivir dentro de sus lienzos por medio de su mirada por siempre. 

Tel: (593-2) 2051037

Cel: (593-2) 99194951

Mail: ariasantonio@hotmail.com

www.maestroantonioarias.com

 

“Siento la fuerza de lo que pasa cada día, la veo, la grabo y la plasmo. Todo sale de mi interior, veo un poco más allá.”