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Arquitecto Tommy Schwarzkopf: Amor por el país, pasión, constancia y proyección.

Escrito por Uribe Schwarzkopf | 10 septiembre 2024

"El que no se moja los pies, no cruza el río".

 

Cincuenta años, millones de pasos, cientos de proyectos y miles de empleos, visión, constancia y proyección. Amor por el país, pasión por el arte de crear espacios.

Estar frente a uno de los hombres que ha transformado el perfil urbano de Quito y ahora de Guayaquil, es un privilegio. Escuchar su historia, su pasión por la generación de espacios desde que era adolescente, su entrega y amor por el país que le abrió las puertas a sus padres “ellos llegaron sin nada y Ecuador nos dio todo. Con mis hijos he hecho lo posible para que aprecien y respeten lo que este país ha hecho por nosotros”, es una experiencia única que deja un aprendizaje valioso, de cómo ver la vida, cómo reconocer los errores y cómo arriesgarse para alcanzar resultados que quiebran el molde y sacuden las ideas establecidas.

Tommy Schwarzkopf cumplió este 2024, 70 años y desde que se planteó crear Uribe Schwarzkopf, supo que lo haría marcando una huella importante en el país, “hay que pensar en grande, siempre”, dice convencido de que el trabajo arduo y el cumplimiento de la palabra, son valores irrenunciables, así como la importancia de dar prioridad al ser humano en cada una de sus acciones, esa es la base firme para establecer lo que representan hoy en el país, donde su labor repercute en la vida de cientos de personas, generando fuentes de empleo, pero sobre todo, construyendo comunidades que transforman las ciudades.

 

 

En 1973, Tommy -junto a dos socios, Bernardo Uribe y Felipe Londoño- fundó Uribe Schwarzkopf, y a partir de ahí, muchas historias se han narrado, pero él se ha mantenido al frente para guiar los pasos de quienes han formado parte de una empresa que hoy la dirige su hijo, Joseph Schwarzkopf, y que siempre da de qué hablar, pues sus ideas son disruptivas e innovadoras en la industria inmobiliaria y de la construcción del país. La arquitectura siempre ha estado en el radar de Tommy, y lo descubrió desde muy pequeño, a sus trece años, cuando diseñó y construyó los vestidores y otros lugares en casa de sus papás en La Merced. Él quería ser arquitecto, pero esto no fue bien visto por su papá, de quien heredó una estricta educación y el lema que lo tiene claro desde niño, ‘lo que se empieza, hay que acabarlo, pero bien y siendo el primero’. Mi papá quería que yo sea ingeniero textil, pero salí ganando yo con mi terquedad”, cuenta Tommy con una sonrisa franca y auténtica, que descubre a un ser humano que camina sin temor y con orgullo, rodeado de una ciudad que considera bella -Quito- “pero con cero planificación de futuro. El país no tiene una política de desarrollo urbano, los planes vienen y van con los alcaldes de turno, no hay una política de Estado en relación a un plan de desarrollo.” Para Tommy es difícil hablar de la ciudad más bonita del mundo, pues para él hay urbes muy lindas, unas nuevas y otras que han conservado su patrimonio, “Praga, por ejemplo es preciosa y ha mantenido intácto su patrimonio por ley, el desarrollo va por fuera de esas áreas. Quito, es única, es una ciudad lineal, que ha crecido desproporcionadamente hacia los lados y que lamentablemente no tuvo una política de desarrollo urbano respetado por todos quienes han dirigido la ciudad; hoy en día, por el tamaño del Distrito Metropolitano y por la forma en como creció la ciudad, es muy difícil manejarla.” Sin embargo, pese al desorden, Tommy visualiza nuestra capital de manera positiva, siempre, prefiere creer en un Quito que mantenga estrictamente los planes de desarrollo propuestos por el municipio, “es hora que las autoridades antes de expandir la ciudad o hacerla crecer para arriba, se preocupen de las vías, del transporte público y de las áreas verdes. Sería ideal tener una ciudad para caminar, donde no se necesite el carro; con el metro, la gente ha comenzado a pensar así, y así es como lo visualizo, pienso que esto se puede hacer dotando a Quito de más transporte público, con menos carros y más áreas verdes. Las regulaciones están, nos hace falta ejecución, hoy hay pequeñas señales pero muy positivas, como eliminar la Tribuna de los Shyris y los parqueaderos para hacer un parque lineal.” 

 

 

Reconoce que siempre habrá problemas y críticas, sobre todo cuando cada paso nuevo, impone una vara diferente y más alta que la anterior, para todos, pero “a los problemas hay que tomarlos en su real magnitud y mantener la calma, yo cierro los ojos, no soy una persona explosiva, dentro de lo que puedo, es algo que he trabajado mucho y he aprendido con el tiempo. Con los años es fácil ver el camino y lograrlo.” Una trayectoria de éxitos, riesgos y también de errores, donde Uribe Schwarzkopf ha sabido mirar y reconocerlos para poder subsanarlos, “ese es el primer paso que hay que dar, por más difícil que sea.” 

 

Tommy no habla de estar satisfecho con lo andado, “a veces pienso que falta mucho y otras, que no falta nada y que hay que soltar -pero cuesta-”, hay días que siente que ya todo está hecho, mientras que otros días se despierta con su mente a mil, lleno de ideas de cientos de cosas por hacer, eso le transmite a su hijo, “y Joseph es un avión.”

 

 

“Ecuador es un país de migrantes y todos hemos traído algún tipo de idea que ha aportado al desarrollo y transformación de nuestro país.”