La brisa del mar, los atardeceres mágicos y una buena taza de café, son suficiente para regalarte un momento único donde a través del sabor, se despiertan tus recuerdos más cálidos y acogedores.
Café Salango nace en el 2017, al sur de Manabí, Salango en la Costa ecuatoriana. Muchos de los turistas en la zona pedían café pasado y no había, es así que David Pincay vio una oportunidad de satisfacer esta necesidad y despertó su vena cafetalera, ya que su ascendencia (abuelo y padre) fueron agricultores dedicados al sembrío del café.
“Decidí embarcarme en la cultura cafetera, primero de forma artesanal, recoger café en las pocas plantaciones y tostarlo en olla de barro. Poco a poco quise rescatar esa tradición de la zona cafetera de los años 80, donde fue el boom del café. Comencé a estudiar, prepararme y capacitarme para mejorar los procesos y así obtener un producto de óptima calidad”, señala David, quien junto a su esposa, Sara Reyes, son los orgullosos emprendedores de este proceso que nada tiene que envidiar a las mismas iniciativas que se pueden experimentar en Italia.
Su inspiración nace en la historia que tiene Salango, que van desde la época incaica, la colonial y hasta la republicana, donde el café ocupó un lugar preferencial. Su café lleva 3 años en el mercado y la producción crece cada día, bajo estrictos parámetros de calidad impuestos por ellos mismos con el fin de estar al nivel de las grandes marcas nacionales y porque no en un futuro, internacionales. Actualmente, Café Salango se comercializa en Quito, Guayaquil, Manta y Portoviejo.
La cadena de producción que impulsa Café Salango hace que más de 20 familias de pequeños caficultores de la zona sur de Manabí, puedan trabajar desde la siembra, la cosecha y pos-cosecha, siempre cuidando el control de calidad.
“Con los años hemos experimentando diferentes procesos para mejorar la calidad de nuestro café, ahora tenemos tres procesos de secados: el Lavado, el Honey y el Natural Diferenciado. Luego hacemos un blend de estos tres tipos de diferentes secados ya tostado, y nos da como resultado nuestro café Salango”.
David destaca el aroma y el sabor de su café, que le hacen recordar su niñez. Ahora su empeño es vincular a su familia y que esta tradición perdure de generación en generación. Quiere fomentar en la gente la cultura del buen café.