En febrero, como dice la canción, el amor está en el aire. Quizás con demasiada insistencia, este mes nos hace pensar sobre nuestra situación romántica y su futuro. Si estás enamorado, seguro te has preguntado cómo saber si es el momento de convivir con tu pareja.
Si, como dice la canción, todos sabemos querer y pocos sabemos amar ¿cuántos sabemos convivir?
Dar el paso de novios a convivientes puede traer felicidad y tristeza en medidas similares.
Hay algunas preguntas que pueden ayudarte a pensar con más claridad sobre el momento adecuado para nadar en las aguas del amor.
Una relación con muchos conflictos no es sana, pero una sin conflictos tampoco.
Ni los mejores amigos pueden esquivar un eventual inconveniente. Y en el amor, tarde o temprano, todas las parejas discuten.
Ambos tienen sus propias reglas, límites y personalidades. Tienen que estar listos para sentarse, mirarse a los ojos y arreglar las cosas.
Según la psicóloga Patricia Ruz, del Centro de psicología Psicoadapta, es fundamental ser capaces de reconocer los errores propios, perdonar al otro y respetar el espacio ajeno.
Si no tienen habilidades de comunicación y negociación y, aparte, no sienten el compromiso para fortalecerlas, probablemente no están listos para la convivencia. No hay por qué apurarse.
Para el psicólogo Craig Malkin, la capacidad de tener conversaciones peliagudas, es el primer punto a considerar cuando pensamos en la convivencia.
Hay cosas sobre las que no es fácil hablar: el dinero, los planes futuros, los roles en el hogar, entre muchos otros.
No es necesario, ni recomendable, discutir estas cuestiones en la primera cita, pero si vas a vivir con alguien y armar un proyecto de vida juntos, no puede haber temas tabú. Ser claro es amable. En cambio, lo incierto es cruel.
No tienen porqué comerse todo el pastel de un solo bocado. Pueden darse un bocadito para probar a qué sabe.
Vayan a vivir un mes en la casa de uno y luego un mes en la casa de otro. Todos tenemos nuestras manías y nuestros descuidos. Si es que ya han vivido algún tiempo juntos, tendrán menos sorpresas negativas.
El único motivo para vivir con tu pareja es porque ambos quieren más intimidad y compromiso.
Si tienen otras razones, como ahorrarse la renta o problemas en sus hogares paternos, mejor búsquense roommates —si las cosas no funcionan será más fácil decir adiós.
Una relación tiene que sentirse equitativa. Si uno de los dos está cediendo todo el tiempo, algo no funciona.
La idea de vivir juntos los debe entusiasmar por igual. Si uno está con más dudas que ganas de poner sus cosas en el camión de mudanza, tal vez no es el momento.
Según Malkin es importante aplicar el sentido común cuando elijan el lugar que van a compartir.
Lo mejor es que ambos aporten en medidas similares, tanto a nivel emocional como material. Los desequilibrios hacen que, con el tiempo, la persona que paga más, o invierta más emocionalmente en la creación de un hogar común, sienta que mantiene a la otra en ambos aspectos.