Pablo Mateus y Valeria Ordóñez son los fundadores de Fankør, un lugar en Quito que deja su marca, porque presenta un enfoque diferente, inspirado en una oferta que viene de diversos países de Europa, pero que sobre todo, están adaptándola a nuestra cultura en pleno centro del planeta.
Este fascinante espacio en una de las zonas más movidas y estéticas de la capital ecuatoriana, nace cuando Pablo probó por primera vez un espresso de tueste claro en Dublín, esto hizo que se enamore de este tipo de bebida y quiera replicarlo y ofrecerlo en Ecuador. Fankør tiene su propia tostaduría, su panadería/pastelería y cocina. En el 2018 hicieron una prueba antes de lanzar su proyecto más grande, el resultado fue tan positivo que en el 2021 abrieron las puertas del actual Fankør. La preparación académica en Francia y la experiencia en restaurantes dentro y fuera del país de su gerente general, Pablo (34 años), hizo que desde el principio los pasos dados sean seguros y estén respaldados por el conocimiento y la innovación.
Hoy esto es más que un trabajo, es una pasión cubierta por el sabor, el arte y la cultura, y que junto con su esposa, Valeria (33 años), quien maneja la comunicación, imagen y recursos humanos, puedan dedicarse por completo al desarrollo y crecimiento de Fankør, ellos han creado el amalgama perfecto en una armonía que destaca y que les ha permitido hacer realidad sus sueños y en grande.
Esta pareja lleva más de siete años juntos y están en constante evolución, se caracterizan por proyectar un alma creativa, curiosa y dinámica, que lo reflejan en cada detalle de su gran obra. “Fankør es una palabra creada por nosotros con el objetivo de que los clientes sean quienes le den su propio significado y esencia a través de su contacto con la marca”, explica Valeria, quien recalca que ellos buscaron intencionalmente que el nombre incluya un carácter escandinavo, “queríamos que haga referencia a toda la inspiración de países nórdicos que tuvo la creación de la marca”, por eso incluyen la Ø en el logotipo, y también “porque al trazar una división por la mitad, se hace alusión a que estamos en el centro del mundo, Ecuador”.
Cafeterías hay muchas, excelentes ofertas, pocas, éstas son las que se destacan con algún elemento diferenciador que hacen que los negocios perduren, este es el caso de Fankør, ellos manejan un tueste claro de café y ofertan platos que pueden disfrutarse a cualquier hora del día, con recetas originales, inspiradas en distintas culturas, “somos una cafetería de especialidad con su propia panadería, pastelería y cocina, lo que nos permite ofrecer productos frescos y de excelente calidad que hacen justicia a los cafés con los que trabajamos”, dice Valeria, quien es enfática al describir la importancia de mantenerse firmes con su “enfoque y concepto”, ellos siempre serán fieles a lo que les inspiró a desarrollar todo este negocio desde el primer día.
Cuando se trata de despertar sensaciones, es importante hacerlo de manera holística pues una falla en cualquiera de los detalles, hará que los sentidos se distraigan y que la experiencia pierda valor, eso han entendido a la perfección en Fankør, quienes en la búsqueda del lugar perfecto, han visitado muchas cafeterías de especialidad, concluyendo que estos lugares siempre están ubicados en espacios urbanos cargados de vida, “con gente que busca la innovación y el arte en su día a día. Con el diseño que elegimos, queremos transmitir esa urbanidad dentro del local, y al mismo tiempo conseguir que las personas se sientan ´fuera de la normalidad´, viviendo una experiencia nueva y diferente desde lo visual hasta lo experiencial”. Y la naturaleza no se queda atrás, es parte vital para alcanzar un contraste tajante en un mismo espacio, entre el concreto y el verde, “quisimos descatar el jardín que hay en la parte de atrás del local, para mostrar lo importante de estos espacios en medio de la ciudad”.
En Fankør la inspiración se siente y se huele, pues pertenecen a esa nueva ola de café de especialidad que existe en países de Asia y del norte de Europa, esa es su marca, la que los distancia frente al estilo del café italiano, además de su calidad y sabor, “nos encanta viajar y vivir nuevas experiencias y quisimos ofrecer un espacio donde se pueda salir de la normalidad y de lo tradicional en nuestra ciudad.
Las dos bebidas más vendidas son su cappuccino, hecho con una receta que busca el balance perfecto entre el sabor de la leche y el café, y su café filtrado, donde el cliente puede elegir entre algunas variedades.
En cuanto a la comida, uno de los platos más recomendados son sus tostadas francesas bhrûlée, y si prefieren la sal, su sánguche de huevo y tocino en pan de remolacha o su gran oferta de croissants y la gazta tarta (cheesecake) como postre”.
El lugar está ahí, un espacio en el corazón de Quito que irrumpe entre lo urbano e industrial, donde se provoca a nivel visual el mismo balance que entre el sabor de sus bebidas y alimentos. “Para nosotros es súper importante que la gente sienta, huela, pruebe, compare, investigue y explore, por eso trabajamos con materiales expuestos, con texturas y contrastes que da como resultado un espacio propio, un espacio cercano”.
El café de especialidad que ofrece Fankør tiene una trazabilidad del 100%, porque para sus fundadores es vital que la comunidad conozca de cerca a quienes forman parte de esta cadena de valor, “de dónde son las fincas con las que trabajamos, los nombres de sus caficultores, cuánto pagamos por el producto, etc.”, explica Valeria, quien con orgullo cuenta que en sus panes son horneados a diario y todos son de masa madre, “queremos además resaltar lo más especial de cada uno y estamos en constante creación y elaboración de nuevas opciones y de temporada”.
*Fankør está ubicado en Quito, en la Whymper N24-55 y Orellana.
Web: www.fankorcoffee.com
Instagram: fankorcoffee