Caminar por una de las calles más hermosas de Quito entre los rayos de un sol camuflado, ya pronostica un encuentro fantástico. El aroma inunda la vereda adoquinada y entre sombras doy unos pasos más hacia el ruido constante de una máquina que está moliendo algo más que unas pepas de café, muele granos inundados de historias y tierras, de sembríos y cosechas que llegan de todo el país y que llenan costales listos para ser procesados, exprimiendo lo mejor de cada uno y convirtiéndolo en una de las bebidas más famosas del planeta, el café.
“No importa como lo tomes, lo debes hacer como a ti te guste”, nos cuenta José Manuel Rosales, quien lleva cinco años en su negocio, al que le ha entregado su vida, su tiempo y su alma, a él no le interesa convertirse en una cafetería, él quiere crecer pero como lo que es, un productor de café, el mejor. “El café es único, hace ocho años -estaba medio perdido- me encontré con un curso de cómo hacer café en casa, yo ni siquiera tomaban café. Según yo, iba a exportar café, pero por ahí no iba mi dinámica. Me puse a entender este mundo con mucha pasión, luego trabajé en una cafetería para poner en práctica lo aprendido y ahí comencé a tostar café, luego estuve en un hotel, me endeudé y compré mi primera máquina de café y comencé a dar este servicio, me fue muy bien. Apareció la pandemia, me quedé con un montón de café y lo comencé a empacar y a vender”. Fue un acto de supervivencia que creció positivamente y de donde surgió la marca, su diseño y ahora se ha transformado en un espacio que en un inicio, sólo estaba para procesar el café, seis meses después José Manuel aprovechó el espacio y dio luz a un lugar donde la estrella, sigue siendo el café.
“Desde que le pusimos la marca al café en el 2021 no hemos parado, hay actividades paralelas que rodean esta fábrica, así surge la cafetería, la maquila, los pedidos y el servicio de la barra de café en los eventos”, una idea innovadora que cautiva y que cierra la cadena de la producción de Manquri que nace con el grano y continúa con el primer sorbo de café, “a la gente le encanta, lo prueba y se engancha y luego nos compra”.
Todo es el resultado de estar presentes y ocupar espacios donde las personas disfrutan de esta bebida como a ellos les gusta. “Este es un proceso super manual que lo respetamos, yo no quiero ser el negociante estrella, no soy bueno en eso, lo mío es el trabajo artesanal de procesar el café con altísimos estándares de calidad”.
José Manuel ahora alquila una máquina -no hay muchas en el país- y brinda el servicio de tueste y la gente del mismo gremio se acerca a él para que lo haga con esa excelencia y cuidado tan prolijo que lo caracteriza y que sólo él puede ofrecer, “se apoyan en mi trabajo y yo les cobro por eso. Todo lo que hago alrededor de eso, suma, pero el espíritu de todo es esta procesadora de café”. En Manquri son expertos en hacerlo, lo estudian, se preparan, cuidan el proceso; eso los convierte en únicos en tratar con calidad una de las bebidas más consumidas en el mundo, después del agua. “Yo no te puedo decir cómo debes tomar el café, no hay un café ideal, ese es el que te guste a ti, pero te garantizo que su proceso tiene un elevado estándar”.
Manquri es la unión de Manqu -taza en guaraní- y quri -oro en quichua- de ahí surge el nombre creado por la arquitecta, Isabel Gómez De La Torre, y que desde su origen ya transmite una sincronía de voces y culturas que muestra lo que son sin rasgos que lo manchen. Limpio, simple, refleja la cotidianidad del café en la vida de todos sin ningún tipo de imposición.
Manquri tiene mucho camino por andar y lo hará cumpliendo con el compromiso de “no bajar la calidad y excelencia, estar seguro de lo que estoy vendiendo. Quiero que Manquri sea más que una tienda o una cafetería, quiero que sea una fábrica de una marca de café”. Su producto brilla desde que es seleccionado hasta que sale como un café fantástico, que se prepara para hacer disfrutar a todos los paladares que lo prueban.
Instagram: manquri2.0
Dirección: Juan Rodríguez y Diego de Almagro