La arquitectura es, en una de sus interpretaciones, el arte de diseñar, construir y modificar el hábitat humano. Para crear un espacio, se debe conocer íntimamente a las personas que vivirán y crecerán en él. El estudio y colectivo ecuatoriano Natura Futura Arquitectura, diseña desde el agudo y detallado reconocimiento del territorio y la sociedad en la que trabaja.
A través de su práctica, le da nuevos significados a la arquitectura local y conecta lo tradicional con lo contemporáneo. Natura Futura nació en la provincia de Los Ríos, Ecuador, una de las más fértiles del agro ecuatoriana. En sus palabras, el estudio se interesa en “el futuro de la arquitectura” y en la posibilidad de redescubrir y adaptarse a los procesos locales que generan espacios.
Esto se refleja en acciones como el uso de materiales comunes y el estudio atento del contexto que se pretende transformar. La base de su trabajo es “una relectura de la realidad local contextualizada”.
El Tallercito, el lugar desde el que trabajan en Babahoyo, capital riosense, no es una oficina convencional sino un espacio productivo y residencial donde interactúan disciplinas y oficios. Colaborar, habitar y producir confluyen en una propuesta arquitectónica que parte de lo comunitario.
Desde este espacio de producción compartida, Natura Futura se replantea la figura del arquitecto como intermediario entre la sociedad y la ciudad. Esto implica explorar nuevas formas de conectar con la gente, gestionar el tiempo y administrar los proyectos.
Natura Futura ha participado en importantes espacios como la Bienal Latinoamericana de Arquitectura en Pamplona, y se ha destacado en concursos como el Oscar Niemayer de 2020.
La práctica de Natura Futura es un proceso de experimentación en el que el aprendizaje se implementa rápidamente de un proyecto a otro. El estudio ha construido casas, centros culturales, gimnasios y estancias colectivas.
Un ejemplo del trabajo de Natura Futura es la Casa del té diseñada y construida sobre un canal de río en el cantón Baba. El espacio fue inspirado por Don Pepe, un hombre que toma té con su familia todas las tardes. El objetivo del estudio fue mantener su tradición en un espacio adaptable y conectado a la naturaleza.
La casa del té se construyó sobre la estructura de un puente que ya estaba en el lugar. Utiliza vigas de madera local y paneles de vidrio para difuminar la línea entre el espacio interior y exterior, acercando a sus habitantes a la flora y fauna circundante
La casa del té explora las posibilidades de un espacio abierto rodeado por la naturaleza. Es un hábitat en el que se puede descansar, hacer yoga y compartir con la familia aprovechando lo nuevo y lo previamente construido.
La Balconera es otra obra en la que Natura Futura busca revivir el encuentro entre lo público y lo privado.
El lugar es un sistema colectivo y productivo que ofrece nuevas posibilidades para diversificar los centros urbanos.
La Balconera se encuentra en la ciudad de Montalvo y responde a su baja densidad poblacional reviviendo un arquetipo tradicional de la arquitectura local. Unifica el espacio residencial donde habita una familia con el restaurante que manejan.
La obra está dividida en dos: el restaurante a la izquierda y el hogar a la derecha. El área comercial tiene una cocina que se conecta con la casa a través de una galería externa. Esto le da agencia a los propietarios para balancear su vida familiar y su negocio.
Otros ejemplos puntuales del trabajo de Natura Futura son La pradería, un lugar para hacer deporte en Babahoyo, La Proveedora, una ferretería familiar en Montalvo y la Casa Zancos en Villamil.
Lo que estos y otros proyectos del estudio tienen en común es la sensibilidad para entender la esencia de los entornos y el estilo de vida que se desarrolla en ellos. Es un modelo de cómo hacer arquitectura en su sentido más puro.