En la esquina de uno de los barrios más tradicionales de Quito -Las Casas- se abren las puertas de un espacio que crea y guarda historias. Un lugar de abrazos donde la gente llega y se queda.
Hace seis meses dos socios -Juan Martín Cueva y Ramiro Morejón- se unieron para dar vida a un lugar distinto, la pasión por la cocina de Juan Martín lo llevó a meterse en las ollas y preparar las recetas que probó desde niño, su mamá es una excelente cocinera, e innovar con nuevas fórmulas que ahora las pone en práctica en la cocina de PUKA -rojo en quichua-, “siempre me he metido en la cocina pero nunca de manera profesional. Hace muchos años tuve una cafetería en la Mariscal por un año y me quedó el bichito de abrir un sitio nuevo”, explica Juan Martín -el chef de PUKA Bistró-.
Llegó la pandemia y durante la virtualidad, Juan Martín daba clases en línea en la universidad, y con un amigo empezó a cocinar en su casa para entregar comida a sus vecinos y les fue muy bien, “nos instalamos en un taller que tenía mi madre y le pusimos el nombre de PUKA. Hacíamos entregas a domicilio y esto duró lo que duró la pandemia”.
Fue en el municipio cuando se reencontraron dos grandes amigos, Juan Martín y Ramiro Morejón -gerente de PUKA- y decidieron dar vida a este lugar de manera seria y dedicarse de lleno al negocio de la gastronomía de encuentro, “aquí la gente se siente a gusto, conversa y hacen amigos”, dice Ramiro quien reconoce la importancia de contar con este tipo de sitos que apoyen las redes y los espacios sociales de encuentro real, “esto es lo que está detrás del concepto de PUKA”.
Un resultado alcanzado con creces, porque basta entrar para respirar otro aire, para dejar las angustias que nos viste al país y soltarse para escuchar, hablar y ser mirado, así es PUKA, así son estos dos socios que vuelven este rincón en medio de la ciudad en un hogar propio. Fue clave encontrar la ubicación, “un buen día caminamos por el barrio y nos topamos con este lugar, nos lanzamos. Recorrimos sus calles y descubrimos que este es uno de los pocos lugares de Quito donde se mantiene el espíritu de barrio. Casas, oficinas, habitantes, oficios, aquí hay una red de vecinos que se cuida. Creo que logramos que sea también ese espacio de encuentro que comulga con su medio ambiente”, dice Martín.
PUKA trae consigo una nueva propuesta pero con sabor a nostalgia. Sentarse en una de sus sillas frente a sus mesas de madera, recuerdan lugares acogedores que ya no existen pero que marcaron a varias generaciones de la capital ecuatoriana: El Pobre Diablo, Seseribó, La Estación, y cuyo espíritu se mantuvo en movimiento hasta encontrar el lugar perfecto, con un alma similar que convoca a aquellos rostros y a esos sonidos que zumbaban años atrás y que ahora PUKA los recupera a través del paladar, la buena selección de música -próximamente en vivo- un delicioso café y una exquisita barra que brinda desde cervezas artesanales hasta vinos y tragos sin fronteras. Cada producto es cuidadosamente seleccionado, además reactivan la comunidad, refuerzan los lazos de convivencia y garantizan que todo lo que termina en la mesa pasa por un control de calidad basado en el bienestar.
Las paredes de PUKA son una galería que palpita, que dialoga con el entorno. A través de sus muros se recogen escenas que transportan y nos llevan a la reflexión, esa que nos invita a pensar, a observar o simplemente a blindarnos de los ruidos urbanos y respirar. Porque PUKA es también eso, un espacio interesante para el arte y presta sus paredes para exposiciones temporales que nadie debería perderse -pintura, fotografía, presentaciones, conversatorios, lanzamientos-. Un mural creado por el artista chileno Alejandro Balbontín -pintor- es el centro de atención del lugar. Su rojo intenso y el juego de los colores vivos que lo rodean, hace que sus visitantes se pierdan por segundos en un universo donde la alegría, la gente, la fiesta y el amor se transpira a través de la piel y te sienta, te invita y te lleva a querer cada vez más; eso es lo que PUKA te ofrece, ser auténtico. “Aquí no hay una segmentación social, aquí se rompe con esos estigmas, las dinámicas son muy chéveres. Aquí llegan catedráticos, artistas, profesionales, vecinos, gente adulta, estudiantes, oficinistas, bohemios, personas que buscan un lugar para trabajar o un rincón para leer.
Esta zona se comenzó a activar y tenemos alrededor bares, cafeterías, restaurantes, panaderías, se está dando un uso muy interesante a este espacio público”, señala Juan Martín. Eso responde a su concepto, un lugar de encuentro no puede estar aislado de su entorno. “Cuando la gente llega, lo primero que dicen es, yo vivía aquí de guagua, mis papás o mis abuelitos vivían por aquí. Todos tienen su historia y un nivel de identidad con el barrio”, dice Ramiro.
Un estilo que parte de un estudio de mercado por los pasos caminados por la zona, ahí se descubrió que había un vacío en la oferta de este tipo de lugares para el perfil más recurrente de PUKA -artistas, gente de cultura, de la academia- sin duda eso marca la informalidad que caracteriza a este bistró, “nuestro trato es auténtico, cercano, muy personal. Nos adaptamos a las necesidades de cada cliente, si quieren algo sin gluten, vegano, vegetariano o tradicional -también hay sopas-, lo creamos, no nos ceñimos a una carta cerrada y también pueden pedir para llevar. Somos reactivos”, explica Juan Martín.
Es una comida de casa pero no de diario, el tipo de comida que brinda PUKA, reúne el talento aprendido por su chef a lo largo de su vida dentro y fuera del país, hay platos nacionales -una buena cazuela de verde con camarones- hasta platos internacionales de Marruecos, Francia, España, Perú, Turquía, Grecia, entre otros. “No nos encasillamos en un tipo de comida, sí es una sazón medio casera, pero bien hecha, con cariño y sobre todo con memoria e historia”. Como en todo lugar siempre hay un hijo predilecto, en PUKA el ‘Pollo Marroquí’ es su plato estrella, pero de a poco se descubren nuevos sabores que ganan terreno en el paladar de sus comensales. Es así que dentro de sus postres, el ‘Dulce de Ruibarbo con Manzana’ recibe la ovación de quien lo prueba.
La naturaleza es parte vital de PUKA, Ramiro es la mano que la modela, y su trabajo lo vuelve acogedor, pues lo diseña con buen criterio y plantas nativas, y ahora hay un pequeño jardín con pérgola, que se abre al espíritu de la vida en la calle como parte del mobiliario urbano.
Solos, en pareja, acompañados, en grupo, todos son bienvenidos a PUKA. Este es un espacio para conocerse, probar, gozar, esconderse o descubrirse; es un lugar cuyo pretexto es la comida y su esencia es reencontrarse y ser la resistencia que ahora más que nunca se necesita.
PUKA abre de lunes a viernes con una oferta de almuerzos muy interesante, barra de ensaladas y aguas frescas -sin azúcar-, y de miércoles a sábado es también un bar/cafetería.
Reservas: 0990246838
Instagram: @puka.uio
Facebook: PUKA