Perseverancia y disrupción, esto define a esa mano experta detrás de lo que hoy es Rococó, un lugar que transporta, que acoge, sacude y nos devuelve mejor de lo que llegamos. Andrés Camacho -con más de 22 años de experiencia- lo vuelve a hacer, esta vez su apuesta es más ambiciosa y agresiva, rompe esquemas y plantea un lugar que atrapa a todos, no importa las ganas, el abanico es amplio y aquí se cumplen todas las expectativas, basta con imaginar y arriesgarse a estremecer las experiencias. Lo importante es abrir la mente y dejar que Rococó, haga su trabajo.
Cinco socios con experiencia ganada a lo largo del tiempo y que han sorteado todas la variables que propone el país a diario, logran conciliar en una idea, un concepto diferente para dar vida a un lugar original en pleno centro norte de Quito. Hoy se abren las puertas de una gran casa que guarda entre sus paredes la buena energía y el placer por mimar cada sentido. En Rococó por donde se vea hay arte y gusto. Su debut no pudo ser mejor, un concierto de talla internacional con el cantante y músico argentino-estadounidense,
Kevin Johansen, marcó la ruta y dio el buen augurio de lo que ahora es uno de los lugares más emblemáticos que hay que conocer en la capital, porque no importa la edad, la disciplina, o las ganas que se tengan, en Rococó se abarca todo y de manera sutil, para satisfacer siempre, pero para dejarte con ganas de más.
Rococó es un bar boulevard, con partes itinerantes que juegan y rotan cada día durante todo el año. “La Focacceria”, “El Mercadito” interactivo con piezas de diseño artesanal independiente (licores, jamones, zapatos, carteras, ropa), una panadería y cafetería francesa fina, todo se une. Son diferentes espacios donde se puede estar y para cambiar de sonido sólo hay que subir al segundo piso y ahí nos recibe “La Fiu fiu” -la parte aniñada del lugar-, un bar restaurante, un mix para la tarde y noche que se ve muy fino y cargado, pero a la vez es acogedor e informal para que todos se sientan a gusto, “somos informales en todo, menos en el servicio, menos en la comida, menos en el diseño del local, pero acá puedes venir en short o en terno”, explica Camacho, quien es el chef y creador del concepto del lugar, un ser humano que sueña y hace proyectos que irrumpen la cotidianidad. Un profesional en hacer locuras de manera responsable y que busca salir de lo ordinario, “me encanta ser la oveja negra, aunque siempre esté mal visto. A ratos siento que no estoy en el país adecuado o en el momento indicado, pero siempre le apuesto y lucho porque la gente tenga otra visión de las cosas y no tengan miedo a pintar fuera de las líneas.”
En Rococó se cuida cada detalle al mínimo, para hacer de esta aventura algo inolvidable, como un atardecer en “Le Gua Gua”, el rooftop para brunch y parrilladas nocturnas con vista al Guagua Pichincha -de ahí su nombre-. “Rococó es la solución perfecta para tus noches aburridas, tus encuentros románticos e ideas desenfrenadas.”
Y es que Rococó nace de bastantes viajes y varios proyectos metidos en un concepto, de algunos locales que existieron e impactaron a Andrés, y la inspiración mayor llegó de un lugar que se llama “Pensão Amor”
(Pensión amor) en Lisboa -una antigua pensión/burdel que ahora es un bar digno de conocer para tomar un trago original- y de una cafetería francesa en Bogotá, “Jacques”. “Cuando viajo, hago shopping de vista, veo locales que me apasionan.” El diseño interior de Rococó estuvo a cargo de Kanzen Design, “ellos entendieron que nuestros espacios y dinámicas deben ser funcionales y estéticos, pero el concepto lo planteó su chef, “parte de la casa de mi vieja. Siempre me ha gustado la onda vintage -tengo un alma vieja- fusionado a la actualidad.” Explica Andrés quien nos habla con pasión de cómo todo se mueve en torno a ese concepto, incluida la comida, “es una mezcla andino francés, porque no me quiero alejar de nuestras raíces latinas pero la nouvelle cusine nació en Francia y finalmente, siempre es bueno usar mantequilla. La comida es un placer como el sexo, Rococó es eso, sentir un orgasmo en el paladar.”
Para Andrés es difícil hablar de un plato estrella, “es como los hijos, no hay uno favorito. Cada paladar es un universo, aquí tenemos unas empanadas de mote espectaculares, ese es un plato que lo creamos aquí y se marida con un Chardonnay o una cerveza rubia, está dentro de nuestro ‘Wine your self o Vinéate’, es un tapeo andino francés de cuatro a seis tiempos, acompañado de maridaje, no sólo de vino, puede ser con un cóctel original o una cerveza. Acá jugamos mucho con los vinos, no tenemos una carta de vinos sino un stand de vinos, una tienda. La idea es que tener cinco cepas de vinos abiertas para que el cliente pruebe lo que quiere, pero nosotros le guiamos. Otro plato característico de Rococó, no creado por mí, pero que lo traje de un viaje, son los aguacates verdes fritos, es sencillo pero con un sabor magnífico. El ceviche a la brasa es un ceviche caliente y otro que le encanta a la gente, es ‘El ahumadito’ -costillar ahumado-. Todos los platos en Rococó son de autor -cocina de autor- y nacen de mis noche de insomnio.”
El dulce también es protagonista con el ‘Tirame tú’ de uvilla y nibs de cacao, o la crème brûlée de cedrón o el mousse de chocolate semi amargo, con una tierra de almendras y sal prieta.
Para Andrés siempre ha sido importante la onda cultural, “acá queremos que vengas y tengas una experiencia integral en nuestro bulevard, un lugar mutante donde hay interacción. Aquí puedes venir hoy y te comes un sánduche en ‘La Focacceria’ o vienes mañana y comes una pasta en la cafetería, o si prefieres una copa de vino o sólo sentarte a leer. La idea es que tengas diferentes ámbitos, diferentes momentos, diferentes etapas, que haya opciones para lo que tú decidas hacer. Haremos noches de blues, noches de jazz, tardes de son cubano, tango, flamenco, bandas en vivo, DJ y muchos estilos y expresiones artísticas.”
Redes Sociales: @rococobar y @chef_cama
“Algo que nos caracteriza es que acá no te reventamos con el sonido, es un espacio de arte sin ruido.”