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Boker Tov: Mediterranean food and bakery

“Todo se arregla en la cocina porque la comida nos une. Aquí todos limpian su propio plato, pero con el pan.”

Por Uribe Schwarzkopf el 03 abril 2024
uspots - gastronomía

Un círculo que acoge con una energía generosa que entrega todo sin ningún secreto

Cuando una historia es auténtica se siente desde el primer paso. El ímpetu que se respira al llegar a Boker Tov es innegable.

La fuerza y energía contagia e invita a sentarse y escuchar conversaciones del alma, de quienes saben unir sus fortalezas, mientras el aroma de las masas se entremezclan con el seductor humo del café y de un té recién pasados que calientan más allá del espíritu. Porque Boker Tov acoge, porque abre sus brazos y te espera como en el hogar, para compartir sin medida y sobre todo sin secretos, porque lo bueno se cuenta y se entrega, sólo así la vibra fluye y se confirma, como en la vida, que todo circula y lo que se da, se recibe.

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En la fotografía: Dina Dubnitsky y Anna Khayretdinova

Tres mujeres sorprendentes se encontraron para trascender a través de la comida, la esencia de esta cafetería que va más allá de eso, es un brunch permanente, donde se disfruta de la sal y del dulce con sabores diferentes que rompen con lo tradicional y abren un universo lleno de color y fuerza. Texturas que buscan con altísima calidad, entregar lo mejor de la cocina israelí y rusa - un mestizaje- con recetas que han caminado de generación en generación que son cien por ciento creadas ahí y cuyo objetivo siempre fue compartir y acoger por medio del paladar, “porque no hay nada que la comida no cure”, dice Anna Khayretdinova -rusa, experta en creación de negocios-, socia de Boker Tov, quien conoció a Dina hace cinco años por una receta típica de Rusia que publicaron en redes, “vi que era alguien que estaba en Ecuador, acordamos una cita para tomar un café y a partir de ahí nos hicimos muy amigas.”

Hace dos años Dina pasaba por un tema personal grave y a la primera persona que llamó fue a Anna, para pedirle que la ayude a hacer un negocio, “tienes que ser independiente, yo te voy a ayudar como amiga, pero no me voy a involucrar”, no quería unir amistad y negocios, ayudó a Dina y Michelle, su hija, para hacer @freskatzo, primero, y luego de analizar mucho porque el negocio creció de manera importante, se unió como socia para crear un proyecto que sería más que una panadería, algo más grande: Boker Tov -como un plan piloto- un lugar que se despliega en un ambiente cálido, cómodo y que transporta los sentidos de manera armónica, con sabor y rodeados de buen gusto y naturaleza. “Todos deben sentirse bien y cómodos. En nuestro espacio los clientes, el staff y nosotros, debemos sentirnos en casa”, puntualiza Anna, “creamos un equipo perfecto y todos nos involucramos en todo.”

Durante la pandemia nace Freskatzo, un portal donde se compartían recetas de panadería y cocina, que luego se transformaron en cursos online, después comenzaron con transmisiones en vivo y finalmente en un libro (recetario), donde se valora la cocina como el corazón de la familia, con el fin de compartir y recuperar aquellas tradiciones y sensaciones que mueven el arte culinario y todo lo que éste genera a su alrededor.

“Nada sería posible sino hubiera sido por mi hija, Michelle Katz -socia israelí- quien desde pequeña lleva en sus venas el arte de vender. Yo preparaba mis panes de canela y ella los vendía tocando puertas sin vergüenza por todo lado”, nos cuenta su madre y socia, Dina Dubnitsky -de Kazajistán, ascendencia rumana y ucrania, en 1990 emigró a Israel-. Hace 18 años vive en Ecuador con sus tres hijos.

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Michelle, su hija mayor (23 años), estudió comunicación y marketing -creación de contenido- en París y Roma, “me encantaba el ambiente, la moda y comencé a manejar mis redes sociales, generé una importante comunidad y tuve que volver al país por la pandemia, justo cuando mi mamá pasaba por una fuerte depresión que la alejó de la cocina -algo que ella ama- entonces abrí esta página que fue muy oportuna, nuestra cuenta creció mucho porque la gente quería preparar sus cosas en casa por la necesidad del momento. A esto se unió mi sueño de tener una cafetería porque París me inspiró, es la ciudad de los coffee shops y mi mamá la de las manos mágicas, y quise traer algo de eso a Ecuador”, dice Michelle. Madre e hija han entendido la importancia de sostenerse como mujeres y dar pasos juntas cuando lo necesitan. Dina tuvo que superar varios golpes que removieron su vida, incluido tres tumores, uno que la dejó paralizada, “un día el médico me dijo que no volvería a caminar, y yo le dije, no voy a caminar, voy a bailar”, y así fue, hoy no sólo es una empresaria exitosa, sino que también es bailarina y un ejemplo tangible de cómo la pasión y la fuerza de voluntad, dan resultados extraordinarios. Fue la potencia de este deseo de seguir adelante lo que hizo, sin una estrategia planificada, que todo fluyera, las recetas, las clases y ahora la cafetería, “teníamos un camino con algunas piedras y avanzamos con las circunstancias que la vida nos puso. Mi esencia es cocinar, siempre me ha gustado pero sobre todo me encanta compartir, amo que lleguen a casa y de la nada tienes una mesa servida con todo, de una manera relajada y en familia. En Ecuador quise hacer shabat pero nunca pude por varias razones, pero mi amor por la cocina me hacía preparar un pastel o panes e iba donde mis vecinas y les regalaba un pedazo, me encanta compartir, más que comer. No cociné nada durante dos años por causa del tumor, rechacé la cocina, pero mi hija me impulsó a través de la página y eso me sacó de mi depresión, me sacudió y me dio un enfoque más -además del baile-, de hacer el bien a través de la comida, porque motivo a otras mujeres a expresarse por medio de la cocina, a perder el miedo, a replicar con su estilo, a preparar algo que hacían sus madres o abuelas. Todo lo que sé hago y comparto, es mi esencia, dar y recibir. Soy una panadera apasionada y tengo la fuerza de seguir adelante a pesar de todo”, cuenta Dina, quien entendió que esos dos elementos le dan sentido a su vida, luego de un trabajo mental y de amor poderoso, porque eso es lo que mueve al mundo.

Un diseño que transmite calidez, es afable y familiar que fue cuidadosamente pensado por ellas y elaborado por una diseñadora rusa, y que contribuye al increíble boom que han tenido; la receptividad de la gente ha sido asombrosa, “Anna es una pieza fundamental de este equipo, sin ella no podría hacer esto. Nos complementamos entre su orden y disciplina, y mi desorden y mis procesos de cocina. Y claro, toda la idea fue de Michelle, ella es vital en esta unión sensacional”, confiesa Dina. Además, sus platos como el shakshuka, el shwarma o los rugelah -panes de chocolate polacos/judíos-, crepes rusos, el hummus o los pan pita, son todo un éxito y la fidelidad de sus clientes se siente cada semana porque siempre vuelven y traen más personas. “Estamos felices y agradecidas y aprendemos cada día más. Vamos paso a paso por más, estamos creciendo en seguidores y es porque esto nos apasiona y se siente”, dice Dina. 

“Nosotras siempre estamos aquí para recibir a cada cliente con mucha calidez y amor, queremos explicarles cada cosa, esa relación personal es la que nos caracteriza y la gente lo percibe. Es nuestro bebé y lo amamos, es sin duda nuestro valor agregado”, dice Anna, quien tiene claro que la comida es el 50% de Boker Tov, pero la experiencia es la otra mitad que complementa todo, “nos hace ser únicos y refleja quienes somos."

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Instagram: @bokertovec
Dirección: Calle Gabriel García Moreno E3-126 (Parque de Cumbayá)
Horario: Miércoles a domingo 09:00 – 17:00

 

“Volvamos a la cocina, donde el corazón de la familia late.”

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