La pandemia cambió muchas cosas. De un día para otro, las personas y las familias tuvieron que encontrar nuevas formas de vivir. Cuestiones como el trabajo, la alimentación y la educación enfrentaron un reto para el que era muy difícil estar preparado.
El proceso tuvo muchos efectos negativos. Sin embargo, también hubo nuevos arranques y mucha inventiva. Comuna es un proyecto que nació en la cuarentena y hoy, más de dos años después, se está convirtiendo en una sólida alternativa para quienes buscan una educación distinta.
Daniela Armendáriz, fundadora y directora de Comuna, dice que la pandemia presentó dos retos: por un lado, muchas profesoras y profesores perdieron su trabajo y, por otro, muchas familias querían evitar que sus hijos se educaran de forma virtual.
Inicialmente, Comuna respondió a estas circunstancias ofreciendo clases personalizadas en cada uno de los hogares interesados. Daniela cuenta que, para lograr esto fue necesario un ejército de “Mary Poppins”, salvoconductos y mucha coordinación. En sus palabras, “estas profesoras fueron y les pintaron el mundo de colores a los guaguas”.
Lo que inicialmente fue una medida extraordinaria para la emergencia se convirtió en un proceso sostenible. Daniela Armendáriz cuenta que las familias reconocieron los beneficios de la educación personalizada y, en algunos casos, decidieron mantenerla.
Hoy, Comuna tiene tres células: una en la ciudad; y dos en los valles de los Chillos y Cumbayá, al noreste de Quito. Entre risas, Daniela dice que le sorprende la velocidad con la que ha crecido el proyecto.
El currículo de Comuna es internacional y está avalado por el Ministerio de Educación ecuatoriano. El proyecto aceleró su consolidación gracias al apoyo de la Humboldt Zentrum, una fundación alemana que les da acompañamiento técnico-pedagógico desde sus primeras etapas.
Según Daniela Armendáriz, que tiene una maestría en terapia familiar y otra en asistencia educativa, los niños ganan mucho al estudiar cerca de sus hogares. Pueden descansar mejor y no tienen que movilizarse en una ciudad caotizada. Al tener más tiempo pueden enfocarse en actividades creativas y deportivas.
Comuna ha realizado varias activaciones en los edificios de Uribe Schwarzkopf y el resultado siempre ha sido positivo. Ocasiones como pascua y navidad han motivado sus visitas demostrativas y les han permitido compartir la calidad de su trabajo en Aquarela y otros proyectos.
Según Armendariz, se maneja la posibilidad de crear campamentos vacacionales en algunos proyectos de Uribe Schwarzkopf durante los próximos meses. Su visión es que Comuna genere una relación a largo plazo con los edificios.
Para Comuna es muy importante reconocer la originalidad de cada ser humano, de manera que se desarrolle con respeto y autonomía a lo largo de su vida. Su filosofía está inspirada en algunos aspectos de la educación finlandesa pero se adapta a las necesidades particulares de cada estudiante.
La maestra señala que “quizás una niña aprende un tema con la metodología Montessori y otro tema con un método distinto”. Hay que observar cada caso para darle la mejor opción.
Daniela Armendáriz señala que el modelo educativo actual responde a las necesidades del siglo pasado, y hoy, el mundo es otro. Las fábricas y las industrias ya no son el centro de la economía. Los entornos laborales contemporáneos exigen aprendizaje continuo, habilidades comunicativas y creatividad.
Según Daniela Armendáriz, los primeros tres años en la vida las personas son muy importantes para su desarrollo. Motivar el aprendizaje perpetuo y el reconocimiento de las capacidades individuales tienen un efecto de círculo virtuoso. Aunque Comuna empezó hace poco tiempo, es un proyecto encaminado a crear mucho talento y buenas ideas.
