Antoni Gaudí fue un prodigioso arquitecto catalán y uno de los máximos exponentes del modernismo. Aficionado y gran admirador de la naturaleza, fue quien concedió al mundo algunas de las obras más majestuosas de la arquitectura.
Fue un arquitecto dotado de un sentido innato acerca del volumen y la geometría, herramientas que colaboraron en la creación de importantes y destacadas obras. Su originalidad y creatividad, junto con su capacidad innovadora, han convertido Gaudí en una figura universal de la arquitectura.
La naturaleza como musa inspiradora
La naturaleza para Gaudí fue su musa inspiradora, a través de ella pudo crear una forma propia de comprender la arquitectura mediante la reproducción de elementos naturales y buscando jugar con lo que la naturaleza le ofrecía. De allí que sus trabajos evoquen por completo a los conceptos de luz, color y geometría.
Una de las obras más nobles y sorprendentes que dio a luz el maravilloso Gaudí fue La Sagrada Familia, un templo que ha encantado al mundo desde su existencia y lo sigue haciendo desde hace más de 135 años.
Se trató de un proyecto impulsado por y para el pueblo, y ya son cinco generaciones las que han ido viendo la evolución del templo en Barcelona.
La Sagrada Familia es sorprendente, delicada, exuberante y verdaderamente fuerte. Todo a la vez. La distribución de sus espacios, su decoración y su grandiosidad la convierten en un diamante en bruto, una pieza sin igual de la cultura universal.
El Templo Expiatorio
Conocida como la obra más representativa del Art Nouveau Catalán, el Templo Expiatorio de la Sagrada Familia, es una gran basílica católica, ubicada en Barcelona, España.
El comienzo de la obra prometía una majestuosa pieza de estilo neogótico, pero al incorporarse Gaudí al proyecto el diseño fue mutando hasta convertirse en lo que conocemos hoy en día como la Sagrada Familia.
Gracias a importantes donativos, propuso un concepto mucho más monumental de la obra.
Lo que dio un giro al primer diseño, fueron sus elevadas torres cónicas circulares que van sobresaliendo por sobre los puntales estrechándose con la altura, ofreciendo a la vista mayor sensación de grandeza. Grandes dimensiones, su planta de cruz latina y 18 esbeltas torres de gran carga simbólica.
El estilo del templo está basado en el gótico, a partir del desarrollo de estructuras geométricas y de la aplicación muy ingeniosa de elementos decorativos.
La central representa a Jesucristo, y se encuentra rodeada de cuatro torres identificadas como los evangelios. Las fachadas muestran tres momentos en la vida de Jesús: su nacimiento, su pasión, muerte y resurrección, y su gloria.
La luz solar tiene un rol muy importante en cada aspecto de la obra, a través de su juego de luces y sombras favorece y deslumbra diferentes espacios de la basílica dándole vida en cada momento del día.
Más cerca del cielo
La magnitud del proyecto y el gran amor hacia él, hizo que Gaudí se centrara de manera exclusiva durante sus últimos años de vida. La lenta evolución de los trabajos y los diversos inconvenientes que surgieron durante la historia, hicieron que Antoni Gaudí sólo pudiese ver finalizada la primera torre dedicada a San Bernabé, ya que moriría luego de un accidente el 10 de junio de 1926.
Luego de ello, Domènec Sugrañes, su colaborador, fue quien mantuvo la dirección de sus obras hasta el año 1938.
Al día de hoy, fueron muchos los arquitectos quienes aportaron su pasión y conocimiento a esta grandiosa obra de arte, la cual se prevé terminada en el año 2026.
Una obra que crece día a día, acompañando la historia y la cultura de Gaudí y el mundo, elevándose de manera continua y acercándose cada vez más al cielo.