Las grandes capitales, el sistema, la volatilidad del tiempo, el consumo, los mercados, el trabajo y los negocios hacen de las ciudades un lugar cambiante e influenciable por todos esos factores. Algo que puede convertirse en una situación contraproducente si no se protegen y valoran determinadas reglas respecto a su urbanización, desarrollo e impacto ambiental.
Existen estudios y alternativas que le permiten a las ciudades seguir creciendo de una manera equilibrada en cuanto a sus aspectos sociales, financieros, físicos y demográficos, haciendo de estos beneficios algo que perdure en el tiempo y no se transformen en problemáticas para las comunidades venideras.
Este proceso de desarrollo urbano busca elevar la calidad de vida de las personas, manteniendo la ciudad en buenas condiciones de trabajo, mejorándolas y, paralelamente, preservando el medio ambiente.
Cuando hablamos de una ciudad equilibrada en todos sus campos y aspectos, hablamos de una ciudad que se ve inmersa en un proceso de desarrollo urbano sostenible.
«Sólo hay una arquitectura: la que sirve al hombre. Pero tenemos el deber, la responsabilidad de hacer que ese hombre quiera vivir mejor». José Luis Fernández del Amo.
El desarrollo urbano se entiende como el primer factor de impulso y de crecimiento de una ciudad. Comprende las grandes construcciones de centros comerciales, diferentes edificios, centros turísticos y de recreación, y una diversidad de espacios culturales y patrimonios físicos que buscan mejorar la calidad de vida de las personas.
Estas construcciones aportan además al desarrollo económico de la zona y a su crecimiento demográfico. En su creación participa el Estado, el gobierno local y el sector privado y el foco se encuentra en el desarrollo y progreso social y económico.
El concepto de desarrollo urbano sostenible, por otra parte, suma al anteriormente mencionado, la sostenibilidad del proceso. Aportando ideas, proyectos y normativas que funcionen en beneficio de la eficiencia y el cuidado del medio ambiente. Todo, con la finalidad de hacer que el bienestar producido por el desarrollo urbano, no sea a corto plazo, sino que funcione a largo plazo a través de medidas más efectivas, respetuosas y empáticas.
El urbanismo sostenible o desarrollo urbano sostenible tiene como objetivo principal generar un entorno urbano que no atente contra el medio ambiente y, a su vez, proporcione recursos urbanísticos suficientes.
Se trata de un progreso amigable, que busca pisar fuerte, pero sin dejar huella alguna que afecte al ambiente y la salud. El urbanismo sostenible hace de las ciudades un mejor lugar donde vivir, donde las oportunidades sean para todos, el desarrollo aporte al crecimiento de las familias y que todos estos beneficios perduren en el tiempo para generaciones futuras.
El urbanismo debe provocar la menor alteración del ecosistema en el que se inserta, causar el menor impacto posible sobre el medio ambiente y el territorio, consumir la menor cantidad de recursos y energía y generar la menor cantidad posible de residuos.
Tiene que ser económicamente viable para no comprometer más recursos económicos que los estrictamente necesarios, ya que son limitados y las necesidades de la sociedad siempre superiores.
Debe responder a las demandas y necesidades sociales de su entorno, mejorando la calidad de vida de esa población.
Este tipo de desarrollo destaca y se diferencia por elementos muy marcados y puntuales. Entre ellos: la ocupación en reducir la huella ecológica de las ciudades, minimizar su aporte al cambio climático por medio de la reducción de la contaminación generada, mejoras en el uso de la tierra, reciclaje de materiales, separación de los residuos, utilización eficiente de energía.
Además, una ciudad sustentable también se centraliza en lograr mejoras en el transporte y la disminución de vehículos personales, proveyendo bicisendas, ciclovías y un eficiente transporte público. Aportando en el cuidado y creación de espacios verdes, edificios verdes e inteligentes que minimicen el uso de recursos y avalando el uso de energías renovables.
Otro de los aspectos fundamentales que caracterizan a este tipo de desarrollos es su trabajo respecto a la disminución de la contaminación del aire y los desechos.
Hay algo que sorprende y maravilla a los turistas de esta capital: la integración de la bicicleta en su paisaje urbano. Y es que esta ciudad danesa está construida para los ciclistas.
Cuenta con más de 400 km de carriles ciclistas y un gran porcentaje de personas utilizan la bicicleta como su transporte primario. Este cambio radical de transporte en la cultura danesa, hace que esta pueda presumir de contar con uno de los niveles de emisiones de CO2 más bajos del mundo.
Sumado a ello, sus firmes políticas medioambientales, convirtiéndola en una capital verde, sostenible y la más habitable del planeta.
Melbourne es la ciudad más extensa de Australia y la quinta a nivel mundial. Se la conoce como la “ciudad Jardín” por su extensa superficie destinada a árboles y parques.
Cuenta con una de las redes de tranvía más grandes del mundo con más de 240 km de longitud, un orgullo para sus habitantes. Además de autobuses de la ciudad que emiten el mínimo de CO2 llamados Shuttle Skybus Super.
La ciudad además, cuenta con un plan para convertirse en una de las mejores ciudades del mundo para ciclistas y peatones, mejorando su red de carriles y convirtiendo muchas de sus calles secundarias en zonas peatonales.
Se trata de la capital de Islandia, un país que se abastece casi al completo gracias a las energías renovables. En el caso específico de Reykjavik, la ciudad se abastece de energía geotérmica que alumbra casi el cien por cien de todos sus edificios.
Sus fuentes principales de energía son la energía geotérmica y la hidroeléctrica, con las cuales cubren las necesidades de calefacción, electricidad y agua caliente. Ambas son energías renovables y sin emisiones de gases nocivos a la atmósfera.
Además Reykjavik, cuenta con un sistema de transporte público de autobuses respetuosos con el medio ambiente y con una flota de vehículos eléctricos.
La sostenibilidad es el camino hacia las nuevas ciudades, capaces de equilibrar la eficiencia, el desarrollo, la urbanización y el progreso. Grandes ejemplos del mundo entero demuestran los importantes beneficios de pensar al planeta como un lugar más amigable y respetuoso con su entorno.
Quito, nuestra ciudad, tiene un largo camino por delante en cuanto a la urbanización sostenible, pero si algo es destacable son sus primeros pasos hacia ello. Una capital que se encuentra en un proceso de crecimiento más saludable y sustentable, para hacer de su presente y su futuro un lugar donde habitar y crecer.