La pandemia generada por el COVID-19 ha cambiado nuestros patrones de movilización: dónde y cómo nos movemos. Los habitantes de la ciudad han desarrollado y adoptado rápidamente alternativas sobre cómo comprar, vender y consumir servicios o productos. La movilidad y la arquitectura se han convertido en dos términos que, por obligación, deben ir de la mano, a la hora de pensar en el hogar.
Este, ahora, cumple más roles que nunca, convirtiéndose en un espacio de trabajo, un lugar para la educación, para el entretenimiento, además de ser el centro de la vida familiar.
Por todo ello, la ubicación del hogar se torna fundamental, ya que debe tomar en cuenta factores como la proximidad a puntos claves de la ciudad, y los servicios que ofrece el mismo complejo.
Si bien hemos visto que el acceso al espacio privado, especialmente el espacio al aire libre, se vuelve cada vez más esencial, aspectos de la vida en la ciudad, como la cercanía a las tiendas, a los proveedores de servicios y espacios públicos, se han vuelto cada vez más valiosos, ya que las personas buscan moverse a pie o en bicicleta desde su hogar.
Según datos del Municipio de Quito, durante la cuarentena, el uso de la bicicleta se multiplicó por seis, pasando de un promedio de 30,000 a 196,000 viajes diarios, creando la necesidad de repensar el rol de nuestras vías, espacios públicos y las conexiones de los sistemas de tránsito.
Más allá de proveer las facilidades para la movilización de sus residentes, los departamentos y complejos residenciales, deben contar con la inmediación de espacios para la compra y venta de productos básicos a nivel local. Por lo que la capacidad para facilitar la provisión de productos y prestaciones, a través de los servicios digitales y el “delivery” es más importante que nunca.
Esto crea enormes oportunidades para la innovación, tanto en el ámbito del transporte público como en el desarrollo inmobiliario. La arquitectura está asumiendo una nueva función en nuestra vida cotidiana, y trae consigo nuevas respuestas de los edificios post COVID, a la luz de la acelerada transformación digital de la vida y el trabajo.
Los edificios ubicados en áreas urbanas centrales, dentro de una red sofisticada de proveedores de bienes y servicios, prosperarán al permitir que sus residentes formen parte de una comunidad más amplia y aprovechen al máximo las nuevas formas de movilidad y organización social en la ciudad.
Como diseñadores, arquitectos y constructores, nos hacemos algunas preguntas sobre la organización social y el papel que desempeñan los edificios en el movimiento de personas, comunidades y en espacios laborales.
¿Qué papel juegan los edificios de residencias múltiples en la movilidad?
Desde la perspectiva de la movilidad, el rol del edificio cambia. Los edificios de residencias múltiples se han convertido en un agente activo de accesibilidad, posicionándose como eficientes a partir de ciertas características fundamentales:
- Deben estar ubicados, diseñados y equipados para facilitar el acceso seguro y saludable de personas, bienes y servicios al edificio.
- Deben permitir la proximidad a actividades recreativas y de ocio.
- Deben renovar la oferta de las áreas comunales, crear un mayor acceso a espacios públicos y a los negocios locales.
- Deben mejorar la infraestructura dentro y próxima al edificio, que permita a sus residentes desplazarse a pie o en bicicleta por la ciudad.
- Deben generar mayores conexiones a los diferentes sistemas de transporte, ya que se vuelve cada vez más importante en la planificación arquitectónica para el futuro.
El urbanismo saludable juega un papel clave, al proporcionar enfoques eco-eficientes a los edificios que permiten mayor densidad y a su vez, minimizar el impacto ambiental y generar conexiones con la comunidad y los vecinos a través de espacios públicos y veredas que permiten la recreación y el desplazamiento por la ciudad.
En esencia, los edificios del futuro deben convertirse en micro – hábitats, que permiten conexiones en todo el edificio y con su entorno inmediato.
¿Cómo pueden adaptarse los edificios a este nuevo rol?
En el mejor de los casos, el diseño es un catalizador para un cambio positivo, creando espacios y comunidades más sostenibles.
La nueva generación de edificios de residencias múltiples debe garantizar:
- Salud y la seguridad de los residentes y el vecindario al proporcionar servicios esenciales, que permanecen operativos y accesibles, a pesar del colapso de los sistemas generales.
- Capacidad para la auto provisión eficiente de agua, energía, alimentos, salud, aire, luz, acceso a espacios verdes y entretenimiento, serán funciones esenciales que los edificios deben garantizar a pesar de las condiciones adversas del entorno.
- Materiales utilizados en su construcción y acabados completamente adaptados.
Es importante que los edificios sean autónomos e inteligentes, pero así mismo éstos deben permanecer conectados a la ciudad en un sentido amplio, proporcionando acceso y capacidad de movilizarse fácilmente.
Las vistas se han vuelto cada vez más relevantes, y los espacios al aire libre como balcones y terrazas pueden transmitir sensación de cambio, mientras se permanece en el mismo espacio.
Las áreas comunales, además del entretenimiento, deben ofrecer salud y bienestar: circuitos para caminar y balcones con espacios para jardines urbanos. Los edificios también tienen el potencial de innovar en el espacio de teletrabajo, que es un factor importante en un mundo con limitaciones para la movilidad.
La forma de vida de las personas se ve atravesada por importantes cambios, es por ello que los edificios deben adaptarse a eso, ofreciendo una conexión entre su edificación y sus alrededores inmediatos. Algo vital en concepto de movilidad y arquitectura, que exige una integración creativa a las transformaciones en las redes de movilidad de las ciudades.